lunes, 26 de noviembre de 2018

BLADE RUNNER, DE FRACASO DE TAQUILLA A PELÍCULA DE CULTO




Hablar de Blade Runner es hacerlo de varias cosas. Es hablar de la magia del cine, es hablar de arte, es hablar del ser humano, es hablar de una experiencia que transforma al espectador. Está inspirada en la novela de 1968 de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?. Dick es un autor muy peculiar pero muy influyente, que trató desde los años cincuenta temas que hoy nos resultan muy habituales, como la difuminación entre la realidad y lo imaginado, la poca fiabilidad de los sentidos y la existencia de mundos artificiales, construidos con el consentimiento o no de los humanos. 




Blade Runner es una película que se enmarca tanto en la ciencia ficción como en el cine negro, terrenos ambos donde camina con paso firme y ejemplar, pero sobre todo es una visión pesimista y trágica de la condición humana.


El ser humano está en declive, muerto; esto es lo que ponen de manifiesto sus creaciones más perfectas, unas "máquinas" que se han desarrollado hasta tal punto que, en contraposición con las personas "reales", quieren vivir intensa y eternamente. Blade Runner plantea de forma fascinante una pregunta que siempre nos ha acompañado: ¿qué nos hace humanos? Lo orgánico ha perdido todo su sentido y las gentes deambulan sin sentido por calles ruidosas y superpobladas donde la lluvia refleja perfectamente el estado de ánimo que el film quiere transmitir. La fantástica banda sonora de Vangelis, la increíble visión de Scott y unos actores en estado de gracia logran que nos quedemos totalmente pegados a la butaca, independientemente de las veces que hayamos viajado hasta el barroco futuro de los replicantes.



El argumento de 'Blade Runner' (1982) se centra en Rick Deckard, un policía especializado en cazar replicantes. Los replicantes son algo así como robots biológicos, seres humanos artificiales, creados para cumplir las tareas que los hombres ya no quieren hacer, en lugares donde se necesita una mayor mano de obra. Las nuevas generaciones de replicantes, los Nexus-6, han empezado a desarrollar emociones y llegan a cometer crímenes contra personas, por lo que son declarados ilegales. Los Blade Runners son los ocupados de eliminarlos. Estamos en Los Angeles, año 2019. Deckard se ve obligado a cumplir con una peligrosa y desagradable misión...





Ridley Scott, tenía muy clara su idea sobre cómo debía tratarse la estética de su nueva obra y cómo se desmarcaría radicalmente de sus congéneres coetáneas. Esto se lo transmitió a Syd Mead que, junto con el equipo artístico, se pusieron manos a la obra a dar vida y forma a las calles de la superpoblada urbe y a los diversos interiores en los que transcurriría la acción; y lo hicieron tomando como base una lista de inmejorables referentes, de entre los que destacan tres piezas clave: Metropolis (Fritz Lang, 1927),  Nighthawks (Edward Hopper) y The Long Tomorrow (Dan O'Bannon, Moebius)



  • Metropolis (Fritz Lang, 1927)

Ridley Scott abrazó como una de sus principales fuentes de inspiración la que es, sin lugar a discusión, la obra más importante del expresionismo alemán, una de las más trascendentes de la historia, y un auténtico manual de instrucciones para cualquiera que ose adentrarse en los entresijos del género de la ciencia ficción.

Blade Runner bebe de la Metropolis de Fritz Lang no solo en lo que respecta a su antiutopía futurista y a su base robótica. También exprime hasta la útlima gota del jugo de su apuesta arquitectónica, dibujada entre avenidas abarrotadas de gente y vehículos, escenarios industriales, letreros luminosos y unos edificios erigidos sobre una influencia más que obvia del arquitecto futurista italiano Antonio Sant'Elia.



  • Nighthawks (Edward Hopper)

"Estaba constantemente meneando una reproducción de esta pintura en la cara del equipo de producción para ilustrar el aspecto y el estado de ánimo que estaba buscando.". Con esta declaración, Ridley Scott deja más que clara la importancia de la icónica pintura del artista neoyorquino Edward Hopper para ejemplificar la atmósfera de Blade Runner.

El tratamiento de la iluminación de la obra, muy contrastado y algo deprimente, sumado a sus personajes y posiciones dentro del encuadre sugieren una sensación de aislamiento dentro de la cafetería que podría extenderse a la gran ciudad que parece engullirles en la oscuridad. Una representación de la soledad de esencia noir, inquietante e indudablemente urbana.

  • The Long Tomorrow' (Dan O'Bannon, Moebius)

El tercer pilar fundamental sobre el que se edifica la estética de Blade Runner se encuentra localizado en la revista francesa Heavy Metal (Metal Hurlant); más concretamente en el cómic The Long Tomorrow, escrito por Dan O'Bannon (guionista de Alien, el octavo pasajero) e ilustrado por el artista Moebius, y considerado como uno de los más influyentes (si no el que más) de la historia del cine.


De entre todos los recursos utilizados en la dirección de fotografía del filme destaca especialmente uno de ellos, de suma importancia y gracias al cual todos y cada uno de los escenarios se revelan tan ricos, vivos y envueltos por un aura de misterio constante. Este no sería otro que el empleo de capas (o layering): una técnica consistente en distribuir la luz con diferentes intensidades a lo largo de la profundidad del set, creando una gama de exposiciones que dota de un volumen espectacular a la imagen.


Otro elemento particularmente llamativo, y que dota a los escenarios de un dinamismo envidiable, es la utilización de luces en movimiento.


El humo, la lluvia, las luces de neón y las muchedumbres, todos ellos fusionados en un cóctel irrepetible con la precisa iluminación de la cinta y el pasado publicitario de Ridley Scott, conforman un tratamiento de la imagen imperecedero y vanguardista que continúa tan fresco como el primer día pese a los 35 años que arrastra Blade Runner a sus espaldas.


A pesar de que fue un fracaso (económicamente hablando), la fotografía de esta película marcó la estética de todas las películas que vinieron más tarde. Desde entonces el futuro es oscuro, deprimente y lluvioso. Fue el objetivo de todas las grandes superproducciones hasta que apareció Matrix.



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