Basado en la novela homónima de Hubert Selby Jr., que colaboró en el guión junto a Aronofsky, el film va del verano al invierno de una ciudad y de unos personajes. En síntesis, estas personas sólo quieren el amor y la felicidad como cualquier persona en el mundo, como soñamos todos alguna vez. Pero están entrampados en las formas, maneras e ideas que el Sueño Americano y su verdadera realidad, les propone para lograrlo.
A través de los sueños y aspiraciones de cuatro personajes, distorsionados por los valores de un Sueño Americano ya podrido, Aronofsky hace un retrato devastador de la sociedad estadounidense, y muestra las formas posibles de su muerte.
Por una lado, Sara Goldfarb es una viuda solitaria que conoce su inutilidad en la vida, y cuyo único escape es su total dependencia del mundo televisivo. Sólo la consagración en el mundo irreal electrónico parece darle una alternativa de vida.
Harry es un drogadicto que roba “decentemente” hasta a su propia madre para conseguir la última dosis.Sara sólo quiere ser la estrella de un programa de concurso, Harry y Tyrone quieren vender droga como distribuidores en pequeño para aumentar sus ganancias y salir del ghetto, Marion quiere ser diseñadora de ropa y tener su propia tienda.
En un momento de la cinta, en la primera parte llamada Summer / Verano, todos parecen estar a punto de conseguir su meta dentro del Sueño Americano y por los medios que les parecen los más adecuados. Sara es una posible invitada a un programa de TV de concurso; Harry y Tyrone obtienen altas ganancias de la venta de droga al menudeo en la calle; Marion encuentra en su amor con Harry el respeto, la autoestima que quiere como persona, y el amor.
Pero son víctimas de los símbolos ilusorios que representan el éxito y de los medios para conseguirlo: la droga invade todos los recovecos de su vida diaria hasta destruir todos los espacios.
El mundo de Sarah se toma con una cámara encuadrada “normalmente”, el ritmo es más lento, la edición es convencional: todo indica cierta “normalidad” con excepción de la adicción de Sara por la televisión. La imagen del video se muestra acelerada y llega a plantear que es otra realidad, a la cual aspira Sara.
Pero conforme avanza la historia de los personajes y su situación se complica (especialmente en el notorio caso de Sara), el estilo “normal” va desapareciendo y es substituido por estilos visuales “alterados”. Estas sensaciones “alteradas” que marcan la relación de los personajes con el mundo que los rodea están apoyadas brillantemente por el manejo de la banda sonora y por una edición que se hace cada vez más frenética.
El resultado es una sinergia brutal, y a la vez exquisita por su perfección, que avasalla al espectador y lo sumerge en ese mundo hasta su propio sacudimiento interior / personal.
Uno de ellos es el diálogo entre Harry y Sara, con pantalla dividida y sus rostros de perfil. De acuerdo a los diálogos, en una parte de la pantalla se miran los tocamientos en close up, los dedos sobre la piel, mientras en el otro espacio sigue un rostro. Esta combinación visual y el diálogo dan cuenta de la intimidad lograda en ese momento entre ambos jóvenes, y transmite artísticamente el sentimiento de Marion al sentir quizás por primera vez el amor. Es uno de los pocos momentos de Luz que menciona Selby en las frases que se usan en este texto como epígrafe.
Las primeras alteraciones se dan en los ruidos normales del medio ambiente –como el rechinar de sus dientes- que pasan desde un tercer plano hasta uno primerísimo.
De hecho, el montaje paralelo es una de sus mejores armas narrativas y la usa con extraordinaria habilidad para marcar la semejanza en el deterioro interno de sus personajes, que ocurre casi al mismo tiempo. Así, puede acelerar el ritmo de la edición interna de la secuencia de un personaje, y hermanarla en el montaje con el ritmo trepidante de lo que le ocurre a otro.
Es el caso del clímax de la cinta donde convergen y se resuelven las situaciones vitales de los cuatro personajes principales, donde los recursos narrativos mencionados llevan al espectador a un momento sobrecogedor (el video contiene espoilers).
Por ejemplo, en la secuencia de un largo travelling en el departamento. Allí la cámara viaja lentamente en un movimiento normal, mientras la actriz desempeña frenéticamente las labores del hogar a una velocidad muy distinta de la cámara. La maestría técnica es perfecta porque lo que marca es la alteración de la vida del personaje, y cuadra perfectamente su uso para describir su estado personal.
Así, cuando los jóvenes tienen dinero, Aronofsky usa la cámara rápida para narrar lo que ocurre en un departamento mientras toman la decisión de vender droga; o cuando Harry y Marion montan el negocio de diseño de ella. Sólo lo frena, usando la cámara lenta, en momentos de drogadicción o de las pequeñas reflexiones personales que los chicos se permiten en tiempos muertos.
De pronto, las circunstancias los ponen contra la pared y sus vidas se derrumban. La dieta, la espera por el programa y la ansiedad derrotan a Sarah. Harry y Tyrone sufren la temporada “de seca” cuando los grandes distribuidores de droga dejan de abastecer Nueva York.
La persecución del espejismo del Sueño Americano, imbuido en todos sus rincones por la droga, hace que los cuatro personajes insistan en buscar una solución cada vez más desesperada. Sara se lanza enloquecida en busca de la agencia que le prometió salir en TV; Harry y Tyrone se embarcan en un viaje a Florida para reabastecerse; Marion busca al único distribuidor disponible que le propone darle dosis a cambio de la degradación personal que tanto detesta con una escena porno hardcore en vivo.
Finalmente, hay que citar la secuencia del final narrativo de Réquiem por un sueño. Todos los componentes de la cinta apuntan a esta secuencia contundente tanto por su maestría fílmica como por su fuerza emocional. Todo culmina alrededor de electrochoques, gangrena, trabajo en cárcel, amputaciones y espectáculo porno hardcore, que devoran a los individuos y a sus sueños personales en los obscuros intestinos que alimentan al sonriente Sueño Americano.
Después Aronofsky cierra los hilos narrativos de la historia. Lo hace tanto para terminar con sus personajes como para dar una pausa a los espectadores. Luego del sobrecogedor clímax narrativo, el director deja que su público observe las ruinas del desastre, los pedazos del Sueño Americano hecho añicos.
Fuentes de las que se ha obtenido la información:
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